CATALÀ

La personalidad humana (13): El trastorno paranoide

Este trastorno de personalidad, considerado uno de los más graves por las dificultades que causa, se puede considerar un agravamiento de trastornos como el narcisista, el antisocial y el compulsivo.

El trastorno paranoide de personalidad se caracteriza por una suspicacia y desconfianza generalizada y sin motivo de la gente, hipersensibilidad y retraimiento de la afectividad.

El paranoide tiene un deseo de estar libre de relaciones personales íntimas en las que exista una posibilidad de pérdida de poder, de independencia y auto-control.

Son suspicaces, resentidos y hostiles. Tienden a responder con ira ante cualquier cosa que se parezca al ridículo, la decepción o el menosprecio. Perciben de forma desproporcionada la traición y la agresión y esto les lleva a tener muchos problemas con los demás.

Siempre están en guardia, listos para cualquier amenaza que puedan percibir. Están en un permanente estado de alerta, independientemente de que el peligro real exista o no. No soportan la dependencia ni el control extremo y no confían en nadie.

Acostumbran a ser provocadores, corrosivos y petulantes con los demás. Irritan a las otras personas con sus continuas comprobaciones de lealtad y búsqueda de motivaciones y significados “ocultos”. También tienen resentimiento contra cualquier persona que triunfe, pensarán que lo han hecho de forma injusta y que a ellos les han tratado mal. Tienen tendencia a ofenderse fácilmente, ser catastrofistas, hacer una montaña de una pequeña cosa y ser reivindicativos.

El escepticismo y la desconfianza afectan tanto a las percepciones como a los conocimientos y los recuerdos. Se aíslan de los demás y pueden desarrollar delirios de persecución.

Son fríos, secos, sin sentido del humor, con tendencia a reaccionar con ira. Sufren de ansiedad, relacionada con el miedo a ser utilizados por los demás.

Incapaces de aceptar sus propios errores y debilidades, atribuyen sus deficiencias a los demás. Ellos se ven a sí mismos como formidables, o, a veces, amargados.

Su forma de ser aleja a las personas que hay a su alrededor, convirtiéndoles en personas solitarias, que disponen de demasiado tiempo libre para dedicarse a darle vueltas a sus teorías de la conspiración.