Continuamos
viendo los trastornos que se podrían considerar “más graves”, tanto por las
dificultades que comportan en su día a día, como por el deterioro que se
produce en las relaciones sociales.
El trastorno
límite de la personalidad se definió hacia el año 1980, aglutinando una serie
de síntomas comunes que aparecían en algunas de personas y que se
diagnosticaban como personas con patologías múltiples.
El nombre de
“límite” aparece como alternativa a la psiquiatría clásica que clasificaba los
trastornos en neurosis y psicosis: las neurosis, a grandes rasgos, son
trastornos que causan poco o mucho, un malestar, pero en los cuales la persona
es consciente de que tiene un trastorno e intentará solucionarlo. Son personas
que, a pesar de todo, llevan una vida normal. En las personas psicóticas se
considera que hay una falta de consciencia de su trastorno, han cruzado una
especie de frontera, viven “en su mundo”, bastante distanciadas de la realidad.
El concepto de trastorno límite, introducido en los años 80, es un principio
para romper con esta dicotomía: las persona no se pueden clasificar en “blanco
o negro”, hay muchos matices, y en definitiva, se trata de contemplar a la
persona en conjunto, con todas sus vivencias y características y ver cómo se la
puede ayudar, más allá de las etiquetas diagnósticas.
El trastorno
límite es un agravamiento de las personalidades de tipo dependiente, activa y
pasiva y del ambivalente activo. Una persona sociable puede derivar en
histriónica y ésta en trastorno límite. El sensitivo deriva hacia
pasivo-agresivo y hacia límite. Recordemos que el agravamiento puede ser debido
a situaciones y vivencias muy extremas y estresantes: maltrato, abusos, un
shock traumático, etc. pueden hacer evolucionar una personalidad sana en una de
más inadaptada.
Este trastorno
se caracteriza principalmente por la variación del estado de ánimo con
explosiones emocionales de todo tipo. Son personas muy inestables en todos los
aspectos. Varían de espontáneos a inesperados y extremos. Son muy impulsivos,
su conducta es impredecible, su sueño es irregular y se muestran ansiosos
cuando se contacta con ellos. A menudo participan en situaciones de alto
riesgo, deportes peligrosos, acostumbran a sufrir accidentes frecuentes, y
verse implicados en peleas, incluso auto-mutilaciones e intentos de suicidio.
También son frecuentes los comportamientos excesivos: comer demasiado,
apuestas, despilfarrar el dinero, sexo compulsivo, etc.
A nivel
afectivo necesitan constantemente atención y afecto y para conseguirlo
manipulan a los demás. Tienen una excesiva dependencia en los otros, y su forma
de actuar provoca justo lo contrario: que la gente se aparte de ellos. La
ansiedad por la separación es uno de sus motores principales. Son especialmente
vulnerables al miedo a ser abandonados. Esto les pone en un círculo vicioso de:
búsqueda insistente de atención, rechazo por parte de los otros, gran aumento
de la ansiedad, comportamientos extremos.
Son personas
desorganizadas, incluso caóticas. Su comportamiento extremo les ha llevado a
menudo al aislamiento, la separación y la desaprobación. Esto les hace
desarrollar sentimientos de desconfianza y hostilidad hacia los demás. También
puede haber sentimientos crónicos de vacío y aburrimiento.
Son frecuentes
sus explosiones emocionales, tanto de ira como de alegría o tristeza dramática.
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