Hay un mito muy
extendido de que los separados y solteros, tanto hombres como
mujeres, se pasan la vida de fiesta y que “ligan mucho”. ¿Es así
realmente?
Continuando con el
artículo de la semana pasada, en el que hablaba de cómo se superan
las consecuencias de la separación, hablaré hoy del aspecto más
psicológico y social: cómo volver a vivir, salir, relacionarse,
etc. cuando se ha roto la pareja.
Es muy frecuente que,
durante la vida en pareja, nos alejemos de los amigos y dejemos de
lado nuestras aficiones. No siempre es así, hay personas que
compaginan la vida de pareja con espacios propios para el ocio:
cuando esto es así, la ruptura con la pareja no será tan difícil,
al menos en este aspecto: los amigos juegan un papel importante de
soporte emocional para el recién separado. A pesar de ello, debe
tenerse en cuenta el estado emocional de la persona.
Es muy importante que,
cuando una persona se separa, retome las viejas aficiones, se apunte
a alguna actividad en grupo para conocer gente, que probablemente
estará en la misma situación: el grupo nos ayuda a sentirnos
queridos y apoyados.
La separación es un
trauma. Es un cambio de vida importante. Supone deshacer nuestra
forma básica de vida, nuestro proyecto vital y empezar uno nuevo,
desde abajo. Y es normal que, de entrada, estemos emocionalmente
frágiles. Suelen haber dos tipos de reacciones, bastante frecuentes:
la depresiva y la maníaca. ¿Qué quiere decir esto?
Hay personas que se
quedan muy tristes y desanimadas con la idea de que todo se ha
hundido, con una fuerte sensación de fracaso personal (como si sólo
de ellos dependiera la buena relación de la pareja), y estas
personas tienden a aislarse durante un tiempo. Los amigos separados y
solteros que hay alrededor, se volcarán en él o ella, en obligarla
a salir y divertirse. Aunque siempre es mejor tener apoyo de los
amigos que estar solo, hay que respetar el proceso de la persona: ir
de fiesta y emborracharse, sólo es un parche momentáneo. Tal vez lo
que necesita la persona es un poco de calma y ser escuchada. Quizás
le hace más bien un café y una buena conversación que una noche de
juerga. Si queremos animar a nuestro amigo o amiga recién separado,
escuchemos qué necesita: evitemos caer en la “compasión”, pero
no le obliguemos a convertir su vida en una fiesta.
En el otro extremo,
encontraremos a aquel o aquella recién separado que se convierte en
el amo de la noche: la idea de “recuperar el tiempo perdido”
también está presente en algunas personas, que parecerá que de
repente han regresado a la adolescencia: se compran ropa de
adolescentes, se comportan como tales, hacen deporte y tratamientos
de belleza a todas horas y van a la discoteca como si tuvieran 15
años. Tranquilos: no se han trastocado, es pasajero. Es la otra de
las dos reacciones frecuentes a la separación.
Estas dos reacciones,
la depresiva y la maníaca, duran un tiempo limitado, de 4 a 6 meses
aproximadamente. Cuando pasa de un año o año y medio la reacción
depresiva o post-adolescente, conviene replantearse si todo va bien:
después de una etapa de estas, la persona debería poder
“normalizarse” y llevar una vida estable, a gusto consigo misma.
La semana que viene:
Qué quiere decir “rehacer mi vida”.
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