Cuando nos
separamos, una de las grandes dificultades es cómo decírselo a los hijos. No es
una tarea fácil: queremos que lo entiendan, que se lo tomen bien, que no se
traumaticen... ¿Qué hemos de decir y qué no?
Para empezar,
es fundamental darles una explicación: hay gente que se separa sin
comunicárselo a los hijos, simplemente, un día se van de casa con la maleta y
no vuelven. Los niños lo vivirán claramente como un abandono, que dejará
secuelas como una baja autoestima, sentimiento de culpa (pensar que los padres
se han separado por culpa de él) y difícilmente lo perdonarán.
Las
explicaciones deberán ser adecuadas a la edad del niño: a partir de 3 años ya
se les puede explicar que “papá y mamá ya no vivirán juntos, que él o ella
tendrá dos casas”, por ejemplo. Es conveniente darles información corta y
precisa, evitando las largas explicaciones que no entenderán. De más mayores,
se les puede explicar que hay problemas de convivencia o algo parecido. A los
niños en ningún caso les gusta ver discutir a sus padres. Aunque a veces
cuesta, es preciso hacer el esfuerzo de hablar pausadamente.
Pensemos que,
al recibir la noticia, el niño o niña se quedará emocionalmente muy impactado y
que todo lo que le expliquemos a partir de ahí, tendrá poca receptividad:
ningún niño o niña quiere que sus padres se separen, a menos que haya casos
flagrantes de malos tratos o fuertes y continuas discusiones. Así pues, demos
la noticia con una explicación no demasiado larga, y esperemos la reacción del
pequeño, que más tarde o más temprano hará preguntas. También intentará,
seguramente, buscar soluciones o deciros que “tampoco hace falta que os
separéis por eso”. Para el niño supone una frustración muy grande y necesitará
tiempo para digerirlo.
Es importante
que le quede claro que seguirá viendo a los dos, y que los padres le siguen
queriendo a él o ella. Los niños tienen una gran tendencia a la culpabilidad, a
creer que el mundo gira a su alrededor, y es inevitable que, en algún momento
crean que los padres se han separado por culpa de él. Cuando lo manifiesten,
conviene aclararles que no es así, que la decisión es de los padres y no tiene
nada que ver con él.
También es conveniente
que el pequeño vea el lugar físico donde duerme cada noche el padre o la madre
que se ha ido a otra casa. Que se sitúe y sepa cual es su espacio en la nueva
casa.
Las reacciones
de los niños pueden ser diversas, pero pensemos que la depresión en los niños
se manifiesta en forma de rabia. Es frecuente que los niños, cuando pasan por
una separación, se vuelvan rebeldes, desafiantes, y que se enfaden por todo,
hagan rabietas, etc. Esto puede durar un año o más. Habrá que tener paciencia y
poner los límites adecuados; una manera de ayudarles puede ser facilitar que
puedan verbalizar lo que sienten y no saben transmitir con palabras: “¿Estás
triste porque papá (o mamá) no está?” “¿Estás enfadado porque nos hemos
separado?”
Pensemos que
ellos, igual que nosotros, han de hacer su proceso de duelo, de la situación
anterior, en que vivía toda la familia junta, a la nueva situación en que
tendrá que ver al padre y a la madre por separado y siempre echará de menos al
que no está.
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