(Basado en la
obra de Ramón Rosal, Qué nos humaniza,
qué nos deshumaniza)
En los
anteriores artículos hemos visto las formas de ocio humanizador. Veamos ahora
lo que se entiende por pseudo-ocio, u ocio no humanizador.
•
Ocio
somnoliento-evasivo: La persona pasa la mayor parte del tiempo libre
dormitando, aletargada, y básicamente aburrida. Suele ser una reacción a una vida
laboral-cotidiana muy estresante y frustrante. La persona necesita
“desconectar” de todo. El problema es que este tipo de inactividad suele
comportar un auto-abandono importante. Si lo que necesitamos es regenerarnos
después de una etapa o situación que nos ha desgastado mucho, es mejor elegir
una forma de descanso que combine el reposo con paseos, comida sana, ejercicio
suave, algo de contacto con los demás, alguna actividad intelectual o artística
como leer, escribir, pintar...
•
Ocio
paciente-rutinario: Consiste en substituir la rutina cotidiana por otra
rutina. Es típico de personas de la tercera edad, aunque también de otros. Hay
una falta de estímulos y motivación, en definitiva un gran aburrimiento. No hay
sorpresas, no hay emoción.
•
Ocio
utilitario-”aprovechón”: Hay situaciones que no nos permiten apenas dedicarnos
al ocio, por acumulación de trabajo, por estar preparando exámenes o pruebas,
por ejemplo, o por un cúmulo de gestiones pendientes. Pero hay otro tipo de
personas que son incapaces de disfrutar del tiempo libre: padecen de activismo,
de tener que hacer siempre algo “útil”. Es lo que se conoce como activismo o
“neurosis del domingo”. Toda actividad debe ser productiva.
•
Ocio
relajante-compensatorio: Es la necesidad obsesiva de satisfacer necesidades que
no están satisfechas: necesidad de sol y cielo azul, de romper con una vivencia
rutinaria de la sexualidad, de “ligar”, de demostrar poder o dinero... En
realidad no se trata de necesidades de “una mejor calidad de vida” sino de
relajar tensiones causadas por aspectos frustrados o desatendidos de nuestra
vida.
•
Ocio
viajero-activista: Se trata de las personas que hacen viajes valorando lo
cuantitativo, sin una auténtica capacidad para contemplar, escuchar, admirarse,
etc.
En resumen, las
formas sanas o humanizadoras del ocio son las que nos permiten expresar nuestra
sensibilidad artística, las contemplativas-admirativas, las que nos aportan
bienestar tanto físico como emocional, las que nos sirven para reflexionar,
divertirnos, compartir, descubrir, amar, etc., que no se hagan de forma
compulsiva para compensar carencias de nuestra vida cotidiana. En todo caso,
conviene hacer una reflexión de cómo vivimos nuestro tiempo de ocio y escuchar
nuestras necesidades.
Telf.:
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