Continuando con
la descripción de los diferentes tipos de personalidad, hoy hablaré de la
personalidad respetuosa. Ésta estaría dentro de las denominadas ambivalentes,
es decir, que algunas veces buscan el apoyo de los demás y otras veces no, y lo
hacen de forma pasiva, sin una búsqueda activa. Desarrollemos estos conceptos:
Son personas
altamente organizadas y metódicas. Muy válidas para trabajos organizativos. Su
conducta con los demás es correcta y cortés, sin grandes expresiones emocionales,
educados, pero con formalismo y una cierta distancia. Su expresividad emocional
es muy reducida, incluso ausente. En casos más extremos, pueden llegar a ser
“estirados”.
Cuando estos
rasgos se vuelven más extremos, nos encontramos con personas muy perfeccionistas
y auto-exigentes, que a menudo serán también exigentes con los demás. También
pueden pasar de ser distantes a reprimidos, incluso bloqueados emocionalmente.
Su aspecto formal, llevado al extremo, se vuelve serio y solemne.
Ellos se ven a sí
mismos fiables e íntegros, y en casos más extremos, escrupulosos.
Lo curioso de
estas personas es que a menudo son vistas como un modelo de perfección a
seguir, y van dando “lecciones” a los demás de cómo hay que comportarse: son
cumplidores, pulcros, puntuales, llevan horarios estrictos que cumplen con
puntualidad británica, y sus hijos acostumbran a ser los más correctos, bien
educados y discretos. La cara negativa de todo esto, es la poca flexibilidad,
que les lleva por un lado a tener dificultades para expresar emociones y
sentimientos, y por otro a ser personas muy poco adaptables a los cambios.
Cualquier contratiempo en su planificada vida es un cataclismo, incluso les
puede provocar un fuerte estrés. Como no se permiten la manifestación de las emociones,
estas se acaban somatizando (convirtiendo en síntomas físicos) o, a la larga,
provocando depresiones o ansiedad.
En el trabajo
son personas eficientes, detallistas y bien organizadas, pero también
inflexibles: las normas son las normas y hay que cumplirlas, lo cual les
convierte en jefes exigentes, incluso intolerantes. Se encuentran a gusto en
trabajos jerárquicos con muchas normas, tipo militar o similar, donde todo está
muy estructurado y marcado.
La relación con
los demás es educada y formal, pero tienden más a ser autoritarios que
igualitarios. Con sus superiores son complacientes, incluso serviles, buscan su
constante aprobación. Esto les viene de unos padres que eran muy exigentes en
cuanto a las normas, horarios, etc., padres a los que costaba mucho complacer,
debido a esta hiper-exigencia, perfeccionismo y sumisión constante a las normas
establecidas.
Las situaciones
nuevas o imprevistas les causan angustia, y tienen poca imaginación para
adaptarse. Tienen una necesidad de auto-controlarse, y como no pueden expresar
la rabia o el miedo, las transforman en una rigidez extrema y hostilidad
“educada”.
Uno de los
rasgos asociados a estas personas es la duda constante y la indecisión. Les
cuesta un mundo tomar decisiones, por el miedo a equivocarse. Todo debe estar
escrito y planificado, y si no es así, se pueden pasar tiempo parados ante una
decisión, sufriendo una gran angustia.
No hay comentarios :
Publicar un comentario