Este tipo de
personalidad busca el refuerzo y la gratificación en sí mismo. Busca su propia
seguridad. La debilidad, inferioridad y la dependencia son amenazadoras para
ellos. Suelen estar interesados en el poder y el prestigio y piensan que éstos
deben estar siempre a su favor. Se esfuerzan por “probarse” a sí mismos.
Insisten en conseguir sus “derechos”, aún cuando signifique la usurpación de
los derechos de los demás. Su peor temor es que los otros traten de explotarles
o humillarles.
Cuando las
circunstancias les son favorables, son personas valoradas por su éxito en el
trabajo. Son trabajadores infatigables, aunque exigentes. Son ambiciosos y
persistentes, se enfocan en un objetivo, necesitan controlar el ambiente y les
cuesta confiar en las habilidades de los demás. En una sociedad competitiva
tienen habilidades apreciadas como la dureza y la astucia. Triunfan en el mundo
de los negocios, en política y en el ejército o la policía.
La personalidad
enérgica es 3 veces más frecuente en hombres que en mujeres.
Los demás les
ven como valientes y eficaces, pero cuando las circunstancias les son adversas
pueden ser impulsivos, imprudentes e incluso temerarios. Consideran que sus
derechos son muy importantes, pero pueden pecar de poca ética en cuanto a los
derechos de los demás.
Con el resto de
las personas son oposicionistas y desconfían. Fríos, y rectos. Muy
competitivos. Pueden llegar a ser beligerantes, e incluso agresivos.
Este tipo de
personalidad, bien canalizado, será un buen profesional que triunfará. Si las
circunstancias de su vida no le son favorables se puede volver anti-social,
resistente a la autoridad, e incluso tener problemas con la ley. Pueden llegar
al fanatismo. Su tendencia a la desconfianza les lleva a menudo a actitudes
clasistas y racistas.
Les cuesta
reconocer sus sentimientos. Viven el sentimentalismo y la sensibilidad como una
amenaza. Tienen muy poca tolerancia a la frustración, cuando algo no les sale
como ellos quieren se enfadan con facilidad y pueden llegar incluso a agredir.
Se ven a sí
mismos como competitivos y dominantes, enérgicos y obstinados, rasgos que
tienen en alta consideración. Fuertes, realistas y duros. En los casos extremos
se creen con el derecho a estar por encima de la ley.
Cuando están
bajo circunstancias de presión o estrés, pueden desahogarse por medio de
discusiones. En individuos poco educados, estas “broncas” pueden ser
indiscriminadas y tienen poca capacidad para sentir culpa o remordimiento por
las consecuencias de sus actos. Justifican su comportamiento “porque estaban
nerviosos” o simplemente, culpan a los demás por su “ineptitud” y porque “no se
puede confiar en nadie”.
La versión “cultivada”
sería el ejecutivo-agresivo, y la no cultivada el skin-head.
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