Continuamos con
los tipos de personalidad, recordando que no hay tipos “puros”, todos somos el
resultado de múltiples experiencias y decisiones personales que dejan en
nosotros rasgos de diferentes tipos de personalidad.
La conducta
aparente de estas personas es equilibrada. Son personas independientes, pero, a
diferencia de los enérgicos, éstos son más pasivos, no necesitan probarse a sí
mismos. Están convencidos de su valía.
Su seguridad en
ellos mismos a menudo es tan marcada que dejan de ser empáticos con los demás.
Se centran en ellos mismos, en su propia satisfacción y dejan de lado las
necesidades de los otros. A menudo sus parejas se quejan de que “sólo piensan
en ellos/ellas”.
Son
imaginativos, y esta imaginación les sirve para justificar cualquier conducta
inapropiada que hagan, pues tienen muy poca auto-crítica y piensan que siempre
lo hacen todo bien. Tienden a sobre-valorar sus habilidades y transforman los
fracasos en éxitos justificando su comportamiento mediante complicadas argumentaciones.
Su expresión
emocional es serena, y a menudo fría y distante. En cuanto al afecto, se lo
hacen venir bien para recibir más de lo que dan. Son personas que tienen muchas
habilidades manipulativas para hacer que los demás les procuren atenciones y
cubran sus necesidades sin responder de una forma recíproca. De hecho, se creen
merecedores de atenciones especiales por parte de los otros. Generalmente se
rodean de personas dependientes que les necesitan y harán todo por ellos con
tal de no perderles.
Ellos se ven a
sí mismos como personas seguras, y a menudo sobre-valoran sus propias
cualidades: creen que tienen talentos especiales y que son más inteligentes que
los demás y que esto les hace merecedores de atenciones especiales y el
reconocimiento por parte de todo el mundo. Se pueden llegar a ver como
admirables y extraordinarios. También creen que tienen más derechos y menos
obligaciones, y descuentan los derechos de las otras personas. En los casos más
extremos, pueden convertirse en explotadores y aprovecharse de la gente para
complacer sus deseos.
Los demás les
ven seguros y afables, aunque un poco fríos, pero cuando se les conoce más,
pueden resultar arrogantes, pomposos y pagados de sí mismos.
Cuando su
auto-confianza se ve comprometida, pueden reaccionar de forma colérica e
indignada, o bien pasar por breves períodos de depresión. Pero sus habilidades
para manipular el entorno harán que pronto encuentren una justificación y se
valgan de alguien que les adule.
Se da la
circunstancia de que muchas de estas personas han sido hijos únicos y/o muy
deseados, muy esperados. O eran el único niño en medio de muchas niñas, o
viceversa. Los padres les han tratado de una forma especial, permitiéndoles
dedicarse a lo que les apetecía en todo momento y eximiéndoles de asumir
ninguna responsabilidad.
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