Explicaré hoy
este tipo de personalidad, que se enmarca dentro del patrón desvinculado, es
decir, los que no buscan el apoyo en los demás, y a diferencia del inhibido que
lo desea, el introvertido no hace nada para buscar la relación con los otros, y
se encuentra a gusto estando solo.
Su apariencia
es de pasividad. En su relación con los demás parece una persona modesta. A
menudo da la sensación de estar ausente, de “no estar ahí”. A nivel afectivo es
“blando” y poco expresivo. Se ve a sí mismo como una persona plácida y
tranquila.
Como todos los
patrones que he explicado, pueden ir dentro de un contínuum, desde el tipo de
personalidad normal, a los rasgos patológicos, cuando las circunstancias se
ponen difíciles para la persona. Así, su apatía se puede volver casi
inmovilidad, su conducta interpersonal pasará de reservada a ausente, y se
aislará hasta llegar al estado ermitaño. Tienen poco interés en las
conversaciones de grupo. No se involucran en nada.
El rasgo más
característico de estas personas es su indiferencia social, su aislamiento.
Cuando se le obliga a participar en actividades sociales se lo hace venir bien
para pasar desapercibido o desaparecer, o si se siente presionado a participar
se puede volver malhumorado y oposicionista.
Suelen elegir
trabajos en los cuales no tengan que interaccionar con otras personas, o están
callados y no llaman la atención. Sus hobbies evitan el contacto con los demás:
coleccionismo, lectura, deportes en solitario... También se pueden dedicar a
estudiar o al cuidado de animales. En general se les puede definir como personas
asociales.
Su pasividad se
puede interpretar como un signo de hostilidad o rechazo por parte de los demás,
cuando es simplemente la incapacidad de percibir e interpretar las necesidades
y las emociones de los otros (y las propias).
También llama
la atención su hipo-respuesta a cualquier tipo de estimulación. Cualquier cosa
que a todo el mundo le provoca angustia, alegría o tristeza, en los
introvertidos parece tener muy poco efecto. La gente que les rodea les describe
como a personas frías. No se enfadan, ni lloran, ni ríen mucho.
Tienen pocos o
ningún amigo y será la familia más cercana la que se dé cuenta de su tipo de
personalidad. También suelen tener tendencia a la fantasía y a soñar
despiertos.
Les cuesta
entender las emociones de los demás, las expresiones emocionales les parecen
“infantiles e inmaduras”. Esta postura no es tanto una filosofía de vida bien
razonada, como una incapacidad para entender “qué hace que los otros reaccionen
así”. Se les escapan las sutilezas y son poco o nada intuitivos. Tienen muy
poca capacidad de introspección, de mirar a su interior.
Su motricidad
es hipo-activa, parecen estar siempre cansados. También pueden parecer torpes.
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